El baño del papa. Directores: Enrique Fernández y César Charlone. Uruguay-Brasil-Francia 2007.
"Ciudad de Dios" es una película de culto en el cine latinoamericano actual, entonces encontrar los nombres de Fernando Meirelles como productor, y de César Charlone, el autor de la maravillosa fotografía de la mencionada película brasileña, crea grandes espectativas sobre esta producción cinematográfica uruguaya titulada "El baño del Papa". El film nos cuenta una historia basada en hechos reales, y que como apunta el mensaje que vemos en pantalla al comienzo "sólo el azar impidió que sucedieran en el orden que se presenta". Se trata de los efectos que tuvo la visita del Papa Juan Pablo II el 08 de Mayo de 1988, a un pequeño pueblito rural uruguayo llamado Melo, fronterizo con Brasil.
El relato tiene una apertura algo expresionista, vemos las sombras de unas bicicletas que transitan por un pedregoso camino de tierra, un ambiente netamente rural, con asnos, vacas y evidente pobreza. Las bicicletas pertenecen a un grupo de contrabandistas de poca monta, que traen en ellas pequeños lotes de mercancía comprada en el lado brasileño, que venden luego en Melo, del lado uruguayo. Para poder pasar las mercancías deben entrar a Uruguay por caminos verdes, nunca por la alcabala oficial policial donde los funcionarios, más por corrupción que por otra cosa, les incautan las mercancías.
Entre este grupo de contrabandistas en bicicleta, nos encontramos a Beto (César Troncoso), principal protagonista de la historia. Conocemos luego a la familia de Beto: su esposa Cármen (Virginia Méndez), ama de casa, una fervorosa católica que piensa que Dios debe ayudar principalmente a los pobres; y a su hija Silvia (Virginia Ruiz), una hermosa niña de aspecto muy latinoamericano, que tiene claro lo que quiere estudiar al acabar el bachillerato, quiere ser presentadora de noticias en la televisión, estudiar periodismo; para lo cual tendría que irse a Montevideo. La evolución de la relación de Silvia con su padre, ocupa un importante espacio en el argumento del film. Destacable también el personaje de Meleyo (Nelson Lence), un policía corrupto que tiene una especie de pacto fáustico con Beto.
La puesta en escena nos permite ver imágenes costumbristas, muy australes, muy suramericanas. Vemos a los personajes tomando su mate uruguayo, haciendo asados de carne, chorizos, empanadas, y esa fascinante música que es una mezcla uruguayo-brasilera.
Al enterarse de la visita del Papa, todo el pueblo de Melo deposita sus esperanzas en el acontecimiento, y con los pronósticos de recibir cantidades multidudinarias de creyentes debido a la llegada del sumo pontifice, comienzan a preparar todo tipo de avíos comestibles, recuerdos conmemorativos, medallitas religiosas; para venderles a los visitantes, y conseguir con las ganancias apartar, aunque sea un poco, esa acuciante miseria en la que viven. Tienen tan grandes esperanzas en el éxito de tales emprendimientos, que muchos de los habitantes del pueblo incluso piden créditos bancarios, poniendo como garantías sus terrenos o casas para así poder comprar mercancias y participar en el prometedor negocio.
Entonces mientras Melo se lanza a preparar chorizos, empanadas y banderitas para vender a los seguidores del Papa; Beto, concibe una brillante idea: construir en su domicilio un cuarto de baño para alquilárselo a los peregrinos. Luchando contra todo tipo de adversidades, Beto intentará llevar a cabo su singular proyecto.
"Melo" nos recuerda un poco a "Villa del Rio" aquel entrañable pueblito español que crearon Berlanga y Bardem en "Bienvenido Mr. Marshall" y cuyos habitantes ponían todas sus esperanzas en la llegada de los norteamericanos y sus dólares. La diferencia estriba en que "Villa del Rio" y sus visitantes americanos, eran una maravillosa creación ficticia de Berlanga, mientras que lo de Melo si que ocurrió en la realidad, por lo que "El baño del Papa" tiene visos de documental, es puro realismo, pero tratado eso si con arte y un toque mágico.
El argumento es desarrollado de manera muy amena, con pinceladas de comedia que se me antojan algo chaplinescas, humor que nace de situaciones de miseria y pobreza. El gag del ensayo del futuro funcionamiento del baño con la esposa y la hija de Beto, lo encontré muy divertido, aprovecha eficazmente lo visual y lo narrativo.
La fotografía de Charlone es impecable, consiguiendo extraer belleza de escenarios e imágenes de pobreza, miseria y marginalidad, vemos vehículos oxidados, chatarra, viviendas que son prácticamente chabolas (o ranchos como diríamos en mi Venezuela), pero Charlone logra retratarlas de manera muy estética. En una secuencia del film, el personaje de Beto tiene una ensoñación con una moto que desea comprar, y me gustó mucho la gama de tonos amarillos que utiliza, los filtros, y el manejo de la luz. También hay abundancia de primeros planos.
Encantadora la música de Luciano Supervielle y Gabriel Casacuberta. El guión, co-escrito entre Fernández y Charlone, nos presenta reflexiones de índole social, político y religioso: ¿es ético hacer comercio con cuestiones religiosas? ¿Cármen tiene razón al afirmar que Dios debe ayudar principalmente a los pobres? ¿se puede ser pobre y al mismo tiempo vencer las tentaciones de quebrantar la honestidad?.
De los filmes más conmovedores, encantadores y amenos que he visto últimamente.
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